top of page

LA FALSIFICACIÓN COMO UNA MANIFESTACIÓN ARTÍSTICA

El primer ejercicio académico para cualquier estudiante de artes plástica es la imitación de la naturaleza y la reproducción exacta de las obras de los grandes maestros. El tema de la mímesis en el arte, incluso, ha sido uno de los más estudiados por los filósofos y teóricos. Se puede citar a Sócrates, que hablaba de las artes como imitación de la apariencia de las cosas; a Platón en La República, que alegaba que la imitación no era el camino apropiado hacia la verdad; o la variante de Aristóteles, que consideraba que la imitación era el libre enfoque de la realidad.

 Cuando llegamos al Renacimiento, la imitación alcanza su apogeo y se torna en el concepto indispensable en el mundo del arte. En el Renacimiento no solo se estudia el arte copiando las obras de los artistas griegos, se trabaja en talleres donde los ayudantes son cocreadores de las obras, e incluso, ejecutan más del setenta por ciento de la pieza.

En este período se introduce la tesis de que se debe reproducir lo que hacían todos los grandes imitadores de la naturaleza, es decir, a todos los grandes artistas y específicamente los maestros griegos.

laocoonte_edited_edited_edited.jpg

Por eso no es de extrañar que en sus primeros años de estudio, y posteriormente en el comienzo de su carrera profesional, Miguel Ángel se haya dedicado a ser un gran falsificador del arte griego, siendo una de sus obras más importantes el Laooconte.

 

Miguel Ángel, al igual que muchos falsificadores de la actualidad, vio una oportunidad en el mercado de su tiempo (recordemos que Miguel Ángel trabajó en Florencia para los Medicis y en Roma para los grandes Papas) y simplemente se dedicó a suplir la alta demanda de arte griego.

Obra: Laooconte. Data: No específica

Si bien los subsiguientes programas de Bellas Artes redirigen sus lineamientos hacia la imitación de la naturaleza, el manejo perfecto de la técnica, el realismo y, sobre todo, el aporte personal del artista, se empiezan a dibujar y desdibujar términos como el arte y la verdad.

 Después del siglo XVIII se empezó a hablar de la verdad en el arte como sinónimo de auténtico, entendido como el arte que no es una falsificación y partiendo del principio de unicidad del que ya hablaba Leonardo. Sin embargo, como ejercicio de aprendizaje, se seguía invitando a los estudiantes a copiar a los maestros.

Pero si bien los estudiantes copiaban a los maestros, incluso llegando a superar su técnica, el tema de la firma del artista seguía jugando un papel importante a la hora de vender sus trabajos. Allí destacan los casos de figuras como Apeles, Fidias, Mirón, Praxíteles o Corot, quienes firmaban las obras de sus discípulos, no con una intensión deshonesta, sino más bien en una actitud colaborativa entre el gremio para que estos principiantes pudieran vender sus trabajos.

No es un secreto que muchas pinturas adjudicadas a grandes artistas en realidad no lo son, y esto se debe al quehacer diario del ejercicio del maestro y no a un engaño malintencionado. Rubens era contratado con regularidad para realizar paisajes de fondo en las obras de terceros y Pieter Brueghel el joven, hacía figuras humanas por encargo. Sin duda esto les permitía ganar un buen dinero extra y no representaba delito alguno.

Los trabajos de colaboración por encargo no eran ilegales y permitían a los artistas tener ingresos suficientes para poder subsistir, pues la mayoría no gozaba de una vida ostentosa ni contaba con ingresos regulares. Si posteriormente surgen problemas de autenticación de obras debería entenderse que, en ese sentido, también privan los intereses de las instituciones privadas y el mercado del arte, pero de ninguna manera la colaboración entre un gremio, y en una profesión tan dura como la artística, puede considerarse como una forma de engaño.

Esta última reflexión obliga a revisar cuatro términos, copia, imitación, plagio y falsificación. La copia es una reproducción que intenta asemejarse tanto en apariencia como en técnica al original. La copia está aceptada en la mayoría de los países y no infringen la ley siempre que se especifique cuál es su intención y que, de hecho, es una reproducción.

Las copias incluso han estado presentes durante siglos con el grabado, la fotografía, las fotocopias o el uso de citas. Y si ese es el caso, podemos citar a Adolf Riegl (1980) quien decía que “Copiar no es falsificar, copiar es parte de la herencia humana”.

Ahora bien, la imitación tampoco constituye un delito como se expuso anteriormente, lo que se busca es imitar el estilo o la temática de un autor, hacerlo a la "maniera de", pero distinguiendo con la firma quién es el autor o develando qué obra fue la inspiración.

El tema de la copia y el robo en las artes se ha popularizado en una célebre frase. Los creadores en diferentes disciplinas la utilizan con frecuencia.
venus derrotada.jpg

El crimen sí está presente en el plagio y en la falsificación. En el primero el propósito es robar la obra de otro artista y hacerla pasar como propia. Ahora, la falsificación implica hacer la copia exacta de una obra teniendo en cuenta técnicas y materiales para hacerla pasar por una obra original. Dentro de falsificación también se incluyen las alteraciones en genealogía y firma. Un ejemplo de esto podemos verlo con el caso de la Venus de Milo que según afirma Daniel Schávelzon (2001), fue alterada en el Museo del Louvre en 1821 para hacerla pasar por una obra helenística y fue allí cuando se le amputó su brazo. 

Obra: Venus de Milo. Data: período griego clásico

LOS GRANDES FALSIFICADORES

Hablar de los grandes falsificadores de arte podría tornarse en un ejercicio inacabado. Desde el siglo V antes de Cristo hay registro de obras que fueron falsificadas o alteradas. Sin embargo, como ya se expuso anteriormente, muchas de estas alteraciones no surgieron de manera malintencionada sino por una fuerte necesidad y una solidaridad entre el gremio.

Pero el fenómeno de las falsificaciones de arte como lo conocemos hoy surge con el mercado de las antigüedades, con la aparición de los grandes museos y los grandes coleccionistas.

Muchos de los grandes estudiantes de artes plásticas que aprendieron los oficios copiando a los maestros no lograron hacerse un nombre para vivir de sus piezas (Van Gogh murió en la absoluta pobreza), pero sí aprovecharon sus destrezas para ganarse la vida y suplir una demanda. A fin de cuentas, el manejo tan exquisito de la técnica es un talento que no se puede desaprovechar.

Precisamente una de las grandes figuras de la falsificación de arte que supo entender la demanda de los museos y los mercados fue Thomas Hoving, quien fuera exdirector del Metropolitan Museum. En su retiro, publicó libros en los que afirmó cómo participó de alguna manera en la venta de obras falsas de Goya, Van Gogh, Renoir o Modigliani, entre muchos más.

Él no solo se valió del prestigio de su cargo para autenticar de forma fraudulenta las falsificaciones, sino que se dio a la tarea de imitar las tintas utilizadas en el siglo XVII utilizando jugo de nueces.

Pero si se habla de grandes falsificadores se debe nombrar a Elmyr de Hory y Han van Meegeren. El primero, Elmyr de Hory, logró hacer mil obras falsas llegando a ganar cerca de 40 millones de dólares. Lo más increíble es que sus piezas no fueron descubiertas hasta que sus socios luego de una disputa denunciaran sus crímenes.

La hazaña de Hory fue tan importante que le valió el reconocimiento del mundo del arte, llegando a exponer sus piezas en Madrid en una individual llamada “Al estilo de”, además de numerosos documentales en su honor incluyendo la famosa cinta de Orson Welles. En esta cinta Elmyr además hace una falsificación de un Matisse y da unas declaraciones que exponen su valor como artista plástico cuando dice: que la mayoría de los cuadros de Matisse tiene un trazo débil, que Matisse dibujaba sin un pulso claro, como dudando de lo que estaba haciendo y que, para poder falsificar su obra, él debía dibujar de una manera deficiente. 

No cabe duda de que si bien Elmyr de Hory estafó a un mercado, sus habilidades artísticas fueron excepcionales y eso hace que, al menos, dejando de lado el hecho criminal, se respete, valore y sea digno de estudio su hazaña y la de todos sus predecesores

En los siguientes videos se exponen con detalle algunos aspectos de la vida, trabajos y premisas a la hora de falsificar tanto de Elmyr de Hory, como de Han van Meegeren. Así mismo, se presenta el trabajo de algunos copistas de arte y su ejercicio profesional.

Han van Meergeren: sus hazañas y engaños
Entrevista a Elmyr de Hory para Orson Welles (1973).
Artistas nos muestran cómo realizan copias de obras famosas
bottom of page